Redacción. La consultora Drewry – denominado The Container Forecaster -, en su informe trimestral dejó de manifiesto los resultados de esta guerra comercial integrada por ambas potencias.
El análisis de Drewry centra su atención en valorar si existen cambios sustanciales en la reubicación de los focos de producción y fabricación a nivel internacional que cuestionen el concepto de China como “la fábrica del mundo”. Para este abordaje la consultora se basó en una muestra de 66 compañías relevantes.
De acuerdo a este estudio, resulta prematuro hablar de una ola de reubicación de la fabricación a nivel internacional que pueda ser consecuencia de esta confrontación entre ambas potencias. A ello se suma la situación geopolítica a nivel mundial con un clima enrarecido por la invasión rusa a Ucrania y la desestabilización general en los mercados.
Si basamos este estudio en los números arrojados por la muestra, se puede observar que, de 66 compañías entrevistadas, 15 empresas, es decir un 23% señalaron que en los 5 últimos años han cambiado su principal país de fabricación -5 empresas-, y 10 están considerando esa variante para los próximos años.
Respecto de estas compañías (15) que han cambiado o tienen firmes intenciones de cambiar de proveedores, el principal argumento es querer prevenir la interrupción de la cadena logística porque sostienen el compromiso que tienen con sus clientes.
Asimismo, en el estudio salieron a la luz otras razones que giran en torno a las preocupaciones por las disputas comerciales, el aumento de los costes laborales, las preocupaciones étnicas y las cuestiones relacionadas con el medio ambiente.
Drewry señala que, “aunque habrá una deslocalización más diversa”, la elección de los centros de producción y la distribución de las cargas continuará estando motivada por “criterios tradicionales” como: los costes de la mano de obra, la capacidad de fabricación o la logística.
Asimismo, señala que las cuestiones “morales y culturales” seguirán desempeñando un papel importante en las decisiones de las empresas, pero para que el friendshoring -fabricar y abastecerse de países con valores compartidos- llegue a convertirse en algo más que una palabra de moda dependerá “de la intensidad en la que puede devenir esta lucha entre superpotencias”.
En sus conclusiones, la consultora señala que “es probable” que ninguna de las superpotencias acabe dominando el panorama mundial, por lo que les invita a que “resuelvan sus diferencias” o encuentren un punto intermedio en sus relaciones.
Transporte marítimo, a expensas de la coyuntura internacional
El transporte marítimo tiene que “navegar” sin problemas en torno a todas estas disputas comerciales. Las compañías marítimas, que precisamente permitieron en su momento -a través de una gran inversión-, poner en marcha la globalización, se encuentran en estos momentos en el punto de mira de esta batalla entre superpotencias.
En este sentido, la industria marítima, apunta el análisis, se encuentra “adivinando” a dónde podría conducir toda esta batalla. Una batalla que se une al gran debate que surgió a raíz de la pandemia en el que muchas compañías se preguntaron si era conveniente acercar la fabricación a países más cercanos (nearshoring), relocalizarla “en casa” (reshoring), continuar con la deslocalización o apostar por la referida fórmula del “friendshoring”.
Este último método es el que “parece haber emprendido EE UU”, señala Drewry en su análisis, citando al respecto alguna de las afirmaciones realizadas por Janet Yellen, secretaria del Tesoro del país norteamericano.
Asimismo, Drewry destaca que no hay estadísticas que puedan demostrar que se está produciendo una desglobalización mediante los conceptos friend-shoring, nearshoring o reshoring.