Redacción. En la largada de la temporada alta de fin de año, los retails ya se replantean su enfoque de ventas ante un mercado deprimido. Ello supone una fuerte tensión en la cadena de suministros, en los trabajadores y en los consumidores que ya están siendo afectados por el efecto multiplicador de negatividad en el segundo semestre de 2022.
El contexto macroenómico, la guerra en Ucrania, la creciente inflación más la batalla energética han incrementado el costo de vida para los europeos. Las grandes firmas y los retails hacen la largada de la temporada alta de fin de año con el Black Friday/Cyber Monday y la prolongan hasta las rebajas de invierno, marcando un período crucial que proporciona un signo positivo en el cierre anual del ejercicio.
Durante la pandemia, los retails aumentaron los pedidos de productos mientras había escasez de suministros, lo que se traduce en un excedente de stocks a los que necesitan dar salida. Las presiones inflacionistas están impulsando a un recorte de precios y ofrecen mayores descuentos de los normal, como consecuencia los consumidores esperan oleadas de descuentos mayores para la Navidad.
El comportamiento y la cultura del consumidor final, en la última década, ha evolucionado para dar lugar a la inmediatez de la compra con tan sólo presionar en el servicio y el tipo de entrega. Esta nueva idiosincrasia trae aparejada una alta complejidad en la tecnología que se usa para este fin y en la cadena de suministro.
En esta nueva cultura de consumo, las expectativas de los consumidores están en su punto más alto. Demandan la misma experiencia personalizada en las compras en tienda como en el canal on line, por lo que los retails deben atender esta demanda.